Ya se va a cumplir un año desde la clausura temporal y luego la definitiva y los anuncios de un proyecto para devolver el Toril al lugar preponderante en la cotidianidad de los paiteños, pero lo único que hemos visto es la consabida pose, foto y proliferación de funcionarios ediles en busca del protagonismo, pero sin mucha o casi nada de ejecución, y es entonces cuando el ciudadano común pierde la fe y esperanza en avanzar en algo, lo hemos repetido hasta la saciedad, pero pareciera nunca existir espíritu de enmienda por parte de los funcionarios responsables, el axioma parece repetirse nuevamente: de las mismas caras de siempre, de las mismas fórmulas viejas que no resuelven y en ese vaivén y plato de babas muchos se regodean y sobreviven y son como peces en el agua.
Hace 1 año exactamente:
El Toril hoy más que nunca es noticia, pero no por la playa solamente sino por el muelle del cual tomó ese nombre, originalmente nombrado así cuando se realizaba la descarga de ganado en pie a través de ese pequeño espigón. Administrado posteriormente por FRIPSA (Frigoríficos Peruanos S.A.) para la descarga de atún y pez espada a mediados de los 50 hasta 1963 y para servicios de avituallamiento de la flota cañera de esos días.
Era un muelle operativo y que usaba la industria pesquera en su momento, una vez que las diferentes empresas dedicadas a este rubro abandonan la actividad, el espacio del espigón y las instalaciones afines caen en desuso y en abandono.
La playa colindante siempre fue una de las de mayor afluencia, por no decir la más popular hasta que los “iluminados” de las municipalidades de turno, favorecieron de forma contradictoria el uso de hormigón y estructuras de concreto en detrimento del esparcimiento de siempre.
Para nadie es un secreto esa práctica solapada de impulsar proyectos para beneficiarse económicamente de manera ilegal, restándole los espacios propicios a la población, a eso también debemos sumarle el hecho de que, con la instalación del Complejo Pesquero en la década de los 70 se eliminaron por completo las pequeñas playas al oeste de la ciudad. El esparcimiento veraniego de Paita quedó circunscrito solo a la playa del Toril y esta fue desmembrada sigilosamente y con intereses subalternos evidenciados al día de hoy.
El Toril y su clausura permanente es solamente una más de las joyitas que van dejando las administraciones fallidas de la ciudad, por personajes sin la visión ni la capacidad para comprender las necesidades requeridas por una ciudad con características muy particulares y casi únicas como las de Paita.
En la administración de German Tay se realizó la “gran obra” de remodelación del malecón, obra que casi a contra natura esconde, oculta, minimiza y le quita lo esencial, la contemplación del mar y de manera contradictoria inyecta construcciones ajenas al paisaje y que interrumpen la vista a la bahía.
La pérdida no solamente material de monumentos históricos sino que la implicancia de que cada vez que esto sucede se le resta calidad de vida al ciudadano, espacios que no solo deben renovarse más allá de su normal envejecimiento, sino como una política de evolución y mejoramiento como ciudad.
Las renovaciones no son espontáneas ni naturales. No están motivadas, necesariamente por el “envejecimiento” de las estructuras. Toda renovación urbana, en cuanto transformación, requiere que alguien con capacidad para intervenir en la configuración urbana considere que toda o una parte ha quedado de algún modo obsoleta, siendo “necesario” reorganizarla. Es decir, toda renovación urbana se sustenta en “criterios” particulares que guían la acción en una dirección o proyecto también específico.
Arq. Jorge Eduardo Ma San Gómez
De una mirada al pasado: Paita en Blanco y Negro
Calidad de vida
Los que ya vestimos más que pintar canas, somos testigos de un tiempo que de alguna manera ayudó a forjar una escala de valores considerable y valiosa para muchos paiteños, no así para otros subordinados del poder y la corrupción, en estos temas la polarización es marcada entre los que creemos firmemente que es necesario mejorar los espacios y hacer de nuestra ciudad un lugar pleno y armonioso, que nos dé orgullo vivir en ella -y no renegar del mal aspecto y degradación- y la de aquellos, si la de los causantes, la de aquellos que en el poder hablan y florean, pero al final no aportan nada ni a nuestro patrimonio ciudadano ni a nuestra calidad de vida tan venida a menos.
Aún nos queda dos años para sacudirnos de la miasma entronada en el poder local, dos años que deben ser analizados con sapiencia, con detenimiento, agregarle los pasivos heredados de otras administraciones y dejar de lado a cualquier aspirante mesiánico alentado por el dinero y el poder, intentemos por una sola vez favorecer a algún proyecto político que ponga por delante al ser humano, con responsabilidad, que apunte no a cambiar todo en ese corto periodo porque será imposible, pero dejar sentadas las bases y la guía para otros que le sucederán, reconstruir Paita, recomponer la autoestima del paiteño no es ni será tarea fácil, pero si necesaria.
Reconstruir el Toril no es un asunto meramente de inversión en una obra más, es un asunto de orgullo, la desidia constante, la inopia es decir la indigencia mental y ejecutiva de las autoridades son y serán siempre lesivas para nuestra identidad.
Agregando algunos datos pertinentes a esta nota les algunos datos de dominio público donde se anunciaba con bombos y platillos lo que el diario El Regional consignaba como la reactivación del “proyecto” del Toril desde noviembre del 2020: Ver la Nota aquí.
Asimismo la Misma Municipalidad lo anunciaba en el muro de su Facebook institucional. Leer nota aquí.
En resumen un lugar icónico que corre el riesgo de perderse en el enmarañado de las siempre grandilocuencias ediles, las de siempre figurar pero de poco hacer.
El cierre del Toril hace un año
Bonus Track: LOS IRACUNDOS – ES LA LLUVIA QUE CAE