Panamá 1977
Podía haber llamado desde el teléfono que colgaba en la pequeña cocina, pero prefería hacerlo desde el acogedor cuarto, era más cómodo y confortable hacerlo con aire acondicionado y sentado en la mullida cama del cuarto de mi hermana.
-Aló, hola…holaaa , al otro lado se escucha una voz chillona de mujer, aló buenas noches.
-Si buenas, por favor podría pasarme con el Sr. Seselja
– Mmm un momentito ya va, otra voz de mujer responde, esta vez más clara y reconocida.
¿Aló quien habla?
-Hola Anamary soy yo Calilo. (así me llamaban cuando muchacho).
-Ahh hola Calilito, querías hablar con Cheski (modo corto y cariñoso como llamaba a Seselja)
-Si por favor si se puede…
– Si, claro dame un instante..escuchó que levanta la voz para que la escuchen.
¡Seseljaaa..teeleefoonoo! Se lo pasan y alcanzo a escuchar la voz de el…¿Quien es? Pregunta.
– ¡Contestaaa es Calilo!
Ahh, ok dobro, como está Calilo, que se dice, ¿no estás pescando?
No, el barco está malogrado en Puntarenas, es que hablé con Mañuco Souza, me dice que tienes un chance, una plaza de “spibotero” en tu barco y quería saber si me lo podías dar a mí.
Mmm si tenemos chance de “spibotero”, echamos a un tico, puta mare quiso cortar con cuchillo a otro tico, al soldador, puta mare está loco este hombre!
-Si asentí, dándole la razón, todo tenía que ser positivo, tenía que salir a pescar, el Fortuna III yacía anclado en el estero de Puntarenas con el mástil doblado y sin visos de pronta reparación.
Ya tengo un mes aquí en Panamá y no he encontrado nada, ni en el muelle 18, ni en la boya, no me ha salido nada, creo que yo te puedo servir, ya he trabajado con Javier de “spibotero”.

¡Ah ok, se puede ser! hablaba en su propia jerigonza yugoslava-española
– ¿Cuánto te paga Javier? Pregunta, sin tapujos.
– Bueno yo gano 5 dólares por tonelada, un breve silencio mmm… creo que hizo un rápido cálculo mental y dijo puta mare se te paga mucha plata, ja ja ja tu cuñado te paga bien!
No quería perder la oportunidad, pero tampoco quería regalar mi trabajo.
– Creía que me debía pagar por lo que valía, antes que se eche hacía atrás y evitar un no le digo:
– Ok mira Seselja si quieres, déjame hacer el viaje, mira como trabajo y después de terminar tus pones el precio, ¿Te parece?
Tenía cumplido 20 años y mi contextura más bien parecía la de un joven alfeñique, sin mucho aspecto de pescador, con el tiempo las cosas irían cambiando en lo físico y en lo mental, en el aspecto y en el carácter.

– Ok, ok, se vamos a probar, lleva tus cosas al barco se presenta con Pedro él esta “deck boss” le explicas que yo te hable y buscas tu camarote, nos vemos allá mañana, ok? Dobro. Buenas noches.
Balboa
El ingreso al muelle 18 en Balboa podía ser complicado dependiendo del humor del oficial a cargo del control, para ingresar la regla más seguida y exitosa era no mirarlo y pretender tener una conversación animada con tus “compañeros” de pesca cuando pasabas por ese punto de control, aunque aún no fueras tripulante oficial, una vez a bordo y el navegador con tus documentos, es decir tu pasaporte, él se encargaba de enrolarte en la lista de la tripulación y oficialmente ya estabas embarcado.

White Star era una embarcación que según contaban había sido un “mine layer” no un barreminas pero uno que las siembra, otros decían que había sido usado como barco hospital en la segunda guerra, lo cierto es que después de terminado el gran conflicto fue transformado en un barco atunero, tenía una capacidad de bodega de hasta 1,000 TM, su dueño era Nick Trutanich, un croata pescador y convertido en armador, ampliamente conocido en la comunidad croata de San Pedro poco menos de 10 millas al oeste de Long Beach en California.
Nick había sido capitán de barcos como el Western King (un cañero convertido a purse seiner) y a mediados de los 70 era propietario tanto del White Star como del Day Island, ambas embarcaciones vetustas para esos días y en las cuales el favorecía tripulación peruana, no sé si por las habilidades de estos como pescadores o por pagarles menos, lo desconozco.
Paiteños y peruanos
De Paita trabajaron con él, pescadores como Enrique Sabad “Negro Terror”, Lizandro Mendoza conocido como Tarrito, Enrique Farías, Alfredo Arselles “El Suco” y otros.
Llego al muelle y antes de subir ya estaba en el portalón mi gran amigo de la infancia Mañuco Souza, no nos veíamos desde el año anterior cuando lo visité en San José, junto a él flaco José Elías, muchos quizás no lo recuerden, su padre fue subprefecto de Paita en el año 1974 si la memoria no me falla, su familia era originaria de Ica, desconozco que circunstancias llevaron a su familia a recalar al puerto, yo era más joven que el flaco, lo recuerdo siempre, alto, espigado con barba y siempre recostado en la ventanita de la farmacia La Peruana de Alejandro Torres.
¿Cómo llegó a la pesca? José no tenía ni el biotipo ni un pasado como para asumir que terminaría pescando, me atrevo a pensar que debido a su estrecha amistad con Peter Meszaros que buscando mejores horizontes, como ya había hecho Tibor su hermano, decidieron probar suerte en la pesca de atún. José ya había pescado con Pedro del Solar en el Mariner con el viejo Joe Louis y supongo que por eso se había embarcado en el White Star.
¿Recuerdan a Tibor? Era un joven delgado alto y desgarbado, llegó a Paita tras los pasos de su padre Attila Meszaros, quien trabajaba en el ambiente pesquero, húngaro de origen, poliglota, alto, pelo rubio y ondulado, “colorao”, Tibor era más conocido entre amigos como Tibi, libre y sin control, marcaba la pauta a otros, fumador, bebedor, asiduo del billar de Arca, un alma libre que en algún momento de su vida decidió tomar al toro por las astas y emigró.
Según el mismo cuenta por influencias de su padre lo embarcaron en un atunero de los que recalaban en Paita y así salió del envolvente ambiente porteño y se empezó a forjar como un “self-made man”.
Mal haría en especular lo que hizo en ese periodo fuera de Perú, lo que es cierto que regresó en una visita y el cambio fue radical, del delgado y avispado muchacho, se había convertido en un tipo fornido, seguro de sí mismo, recuerdo haber intercambiado algunas palabras con el ya después con el transcurrir del tiempo fui conociendo de su estadía en Costa Rica, de su incursión en diversos barcos, de su conversión al cristianismo, Tibor hoy en día es un reconocido pastor evangelista en Costa Rica. (ver enlace al final del relato)
Cerca del portalón aparte de Mañuco, estaban los ticos Chepillo Contreras y Hugo Miranda, originarios de Puntarenas, amén de varios pescadores peruanos, subí mi “sea bag” y me ubicaron en una cabina de 4 en el sobre puente, compartía habitación con el winchero Teobaldo Pitot, con Tonchi Neyra, con Chepe Contreras, Pitot era un personaje bajito, usaba patillas “vintage” como las de Miguel Grau, Tonchi era el corchero, de tez morena y pelo ensortijado, buen jugador de ajedrez, Chepillo, era al igual que yo y Manny de los más jóvenes, también era “spibotero”, la composición de la tripulación era una mezcla de costarricenses, peruanos, yugoslavos, el capitán croata de origen pero portaba un pasaporte de la antigua Yugoslavia, Javier Zambrano era el navegador, peruano , Pete el hijo del propietario era el capitán de papeles, norteamericano, había hasta un tripulante uruguayo trabajando como panguero, cosa rarísima en la pesca, solo lo conocíamos como Charrúa.

El jefe de máquinas era otro croata o yugoslavo, llamado Tommy, ese viaje llevaría a su mujer, recuerdo que se llamaba Iris, natural de Puntarenas, a Seselja no le simpatizaba el hecho de llevar una mujer a viaje, era un gran supersticioso.
Debe haber sido el mes de setiembre u Octubre de 1977, calculo el mes más o menos pues era temporada de lluvias en Panamá, el barco había hecho una entrada previa a Puntarenas donde se embarcó Mañuco, creo que era su primer viaje, para mí era una alegría trabajar con alguien a quien al igual que Joe y Johnny nos veíamos literalmente como hermanos, nos conocíamos desde niños, crecimos juntos, los veranos de mi niñez los pasaba más en casa de ellos que la de mi familia, nos encontramos en esas instancias de la vida cuando el adolescente, el joven se va reafirmando en su rol independiente y trabaja, se forja solo o por lo menos lo intenta, ese era el momento cuando nos reunimos para salir a pescar atún.
El viaje
Salimos rumbo al sur, hemos llegado al oeste de Galápagos, de manera ocasional encontrábamos una mancha de delfines, entonces las lanchas que usábamos eran de fibra de vidrio y motores Mercury, por su estructura y material eran sumamente frágiles y livianas de tal suerte que tuve que ponerle un saco de sal en la proa para que estas no elevaran mucho la proa por la velocidad y el viento, Pedro del Solar “Perico” si bien era el contramaestre hacía también de spibotero por su experiencia, a decir verdad yo nunca había corrido en lances para delfines y seguía las instrucciones y consejos tanto de Chepe como de Pedro, Tonchi era otro de los que corrían.
La pesca es una gran estrategia, para llegar a ser un buen capitán de pesca no solo se requiere de un liderazgo nato y de conocimiento, se requiere de intuición, de olfato, de maña, de saber leer y entender la información diversa, como un ordenador recopilas y procesas esta indistintamente de donde se origina, así pues, analizamos el clima, temperatura del agua, de información generada en temporadas anteriores, datos de otros barcos, área de trabajo, reportes de pesca, aun conociendo el ingreso de un barco a puerto podemos extraer pistas, señas, si a eso le sumamos las decisiones del capitán, las posiciones a correr, todos esos factores pueden sumar y resultar en un viaje exitoso o en un fracaso.
Muchos capitanes establecían alianzas, a veces por simpatía, por amistad o ubicación geográfica, mayormente por su desempeño, no era lo mismo intercambiar códigos secretos con alguien que pescaba 6 o 7,000 toneladas al año que con alguno que a duras penas terminaba viaje. La información era tan valiosa como la veracidad de esta.
Seselja era un lobo solitario, sus compatriotas que trabajaban en barcos más grandes de Starkist se hacían los desentendidos, y casi nada o poco lo contactaban, si bien él era muy conocido en todo el Pacifico Oeste, su ambiente era ajeno a los americanos y trabajaba con lo que tenía: su experiencia y su intuición.
Había levantado algo de pesca fuera de Perú, barcos en el horizonte, helicópteros sobrevolaban un área fuera del norte peruano, el agua resultaba gélida a diferencia de las aguas panameñas, costarricenses o colombianas, largamos en varias oportunidades, capturando algunas manchas de atún, pero las grandes nos eran esquivas.
Ardentía
Cabo Blanco 20 millas afuera, Seselja se reúne con el contramaestre, esa porción del viaje había salido de navegador por temas de papeles americanos Pete Trutanich, después de la encerrona, nos comunica a todos que vamos a pescar de noche.
La tripulación no recibió de buen modo la decisión, pero solo había que acatar, se hicieron algunas modificaciones, colocamos una gran boya de color rosado en el puro centro de la red, reemplazamos algunos bombillos de luces de la cubierta por unos de color rojo, revisamos toda la maniobra y nos mandaron a descansar, el barco se detuvo al garete.
-Se escucharon algunas voces disidentes.
-No pescamos de día y ¿Vamos a pescar a oscuras?, algunos se encogían de hombros, nos fuimos al camarote a fumar y a escuchar alguna emisora de tierra, en la oscuridad de la noche se podía notar levemente al este el resplandor de algún poblado del norte peruano.
Se escuchó el inconfundible sonido de la máquina principal y la embarcación empezó a avanzar lentamente, todo a oscuras, en el mástil, en la cofa Seselja y Pete, desde abajo en la cubierta y en la oscuridad la brasa del cigarrillo se destacaba en lo alto, el aire afuera era frío, la tripulación sentada en silencio, fumando mientras el barco avanzaba en busca de la ardentía, cambiamos varias veces de rumbo, el capitán desde lo alto intentaba ver esta, de poder detectar la fosforescencia que produce el cardumen de atún en el agua por la noche y poder largar la red. Ya eran las 11 de la noche y nada, sinceramente deseaba no encontrar nada, detestaba el frío, pero mis deseos no sirvieron de nada.
-¡Baja máquina! Se escuchó por el sistema de altavoz. Malo, malo dijo el capitán en croata, Zambrano presto cumple la orden y reduce la velocidad.
Fosforescencia
– ¡Stand By, Stand by! ¡Atento! vamos Charrúa!, se ponen atentos, todos nos levantamos y corremos a posicionarnos, Pitot, se calza un casco de soldado y acomoda una linterna pequeña cerca de los controles del winche, Charrúa y el flaco Elías toman posición en la panga, alguien se sitúa frente al pelícano de seguridad que sostiene el skife, arriba Seselja asoma medio cuerpo fuera de la ventanilla de la cofa, la lumbrera del cigarrillo brilla constantemente, en una mano sostiene el micrófono pero la mirada fija en la bola luminosa que se ve a babor.
Pitot observa por la banda de babor, el barco se detiene por segunda vez, regresa al lado del mando y en son de broma, entrecierra los ojos y produce una vocecilla de duende y dice: “Pajarillo amarillo color de alfalfa, del ave que vuela me gusta el chanchoooo!”, él siempre sabía arrancar una risa o transmitía su buen humor.
– Puta mare, Jebo ti pas mater! Se escucha maldecir a Seselja
– Jebiga, dai malo lijevo.. más izquierda Javier, máquina, ¡máquinaa! Full speed! La adrenalina empieza a fluir, da instrucciones en croata, español, inglés, casi saca todo el cuerpo, mira a popa, a babor, a proa, se tensa. El barco alcanza su mayor velocidad.
– Stand by…ispraviti se, više lijevo, derechooo!
– Mola, mola, molaaaaa, casi como en un clímax explota la palabra que da inicio a todo!
Pelícano
-Lo gritó, lo dijo con tal fuerza que me parece escucharlo, el tripulante en cubierta golpea con una barra de hierro y con suma fuerza el pelícano de seguridad, el cable que sujeta la panga se suelta, se ve el movimiento de la linterna cuando se aleja y se pone a buen recaudo, el golpe del skife se siente, y el primer golpe de los cables en los anillos, el siseo al rozar el cable por estos y el sonido metálico de la cadena al caer por la popa, la estela a popa resplandece por la fosforescencia, miro a babor pero no puedo ver mucho, la noche es negra como el hollín de la chimenea, ocasionalmente se ven brasas que salen de esta, haces de luces de diferentes linternas, al desplegar la mitad de la red la boya salta con el corcho y de abajo un tripulante grita hacía la cofa.
-Polaaa, polaa !! que significa mitad en croata, el capitán ya puede calcular y hacer su giro más o menos a babor, a la distancia se ve una pequeña luz de la panga, empezamos a cerrar el círculo, el despliegue tomo unos minutos, la maniobra discurrió sin contratiempos. La captura no fue la esperada, agarramos algo de barrilete pequeño, terminamos al promediar la media noche, después de subir el skife a ducharse y a descansar.
Pescar a la ardentía no fue lo esperado, el último lance nos amallamos de “bullets” y la tripulación estaba cansada y molesta, cuando en el último lance el contramaestre pidió pasar al frente para desmallar el pescado atrapado por las agallas, del fondo de la red, de popa se dejaron escuchar voces molestas, “sacalos tu pelao de mierda”, Pedro siente la molestia y entiende que no es contra el sino la frustración y en modo de ruego pide a los tripulantes colaborar, el único consuelo fue atrapar un pez espada que nos despachamos en el siguiente B.B.Q. Fin del experimento.
Carcasa
Por un momento la pesca se asoló y la flota se dispersó, navegamos más al sur, casi fuera de Chimbote, buscando encontrar una mejor zona, nos tomaría unos dos o tres días recorrer el área, recuerdo el mar relativamente calmo, el mirador pidió al navegador cambiar de rumbo.
– ¿Qué miras? Hay tijeretas y algo de pájaros respondió por el altavoz.
– Dale 10 más izquierda, 5 más…así..derecho.

– Se ve tijeretas en lo alto, movimiento y pardelas, a medida que nos acercábamos se distinguía con más claridad, una carcasa, podía ser una ballena muerta, al cabo de 30 minutos y aminorando la velocidad nos posicionamos arriba del viento, entonces podemos ver con claridad una ballena muerta, una masa amorfa putrefacta, entre blancuzca y amarillenta, esta flotaba en un subibaja constante por el oleaje, iba dejando una estela de agua calma en medio de las aguas crispadas del verde oscuro mar peruano producto del aceite que segregaba, las pardelitas pequeñas y oscuras parecen probar la temperatura del agua en un aleteo constante sobre la superficie, como pequeñas danzarinas, la pestilencia es notoria.

-Voy bajar! dice Seselja, se escucha el golpe de la puerta de acceso a la cofa, usa sandalias, lo veo descender por la jarcia a zancadas largas, usa una chaqueta verde con cuello acolchado y recubrimiento tipo piel de animal, usa lentes polarizados, nariz aguileña, los labios untados de crema protectora para paliar la rajadura de labios por el sol y por el frío del sur.
Sube al puente y se dirige directamente a la eco sonda, el artilugio entonces registraba en papel solo marcas, líneas como en un cardiograma, unas apenas visibles y las más acentuadas y oscuras indicaban una fuerte presencia de pesca, no lo pensó dos veces y tomando el micrófono del sistema de altavoces le pidió al contramaestre preparar una pieza de red para envolver la carcasa maloliente, era oro puro lo que habíamos encontrado.
– Corta ese paño! Ok, trae, cóselo con este, si hilo 120, hazle cusi cusi, así nomás!
La actividad era febril en cubierta, la prisa era por que el ocaso se acercaba, una vez listos bajamos dos lanchas fuera de borda, los que conducían estas con sus respectivos auriculares para seguir instrucciones desde el barco.
-Podíamos escuchar las instrucciones, pero no responder, así que las afirmaciones o negativas eran a través de señas con los brazos.
-Llega despacio, en mínimo abajo de viento, ¿Me escuchas? Levantaba el brazo como señal de entendimiento, ok, vamos, amarra bien todo.
El improvisado saco hecho de sobrante de red, tenía en la parte inferior de la boca un trozo de cadena como peso, asemejaba la boca de una red de arrastre, nos posicionamos , dejamos caer la parte abierta de la red y con algo de esfuerzo esa masa putrefacta fue ingresando toda en el saco, al terminar , usando agujas para remendar, cerramos todo como en un moño, a ese le amarramos un cabo de polipropileno y este al remolque en la popa de una de las lanchas, lentamente fuimos remolcando el desagradable pero valioso cadáver hasta la proa del White Star, transferimos el cabo a proa, se sujetó a una bita y pasamos al lado de estribor para ser izados a la cubierta. Fin del día
La campana suena con estruendo y sin misericordia, hay tripulantes que se levantan de inmediato, hay otros que parecen estudiantes remolones, son 5 de la mañana, hay que desayunar rápido, antes que salga el sol largaremos a la ballena, todo está preparado desde el día anterior, pero cada uno en su puesto revisa en detalle que toda la maniobra este en orden.
Antes que raye el alba, la red ya se encuentra desplegada sobre el objeto, se viran cables y se recuperan los anillos, estos se deslizan sobre el “ring stripper”, todo parece normal, el zumbido y accionar de los motores hidráulicos y la voz del navegador en el sistema de altavoces se mezclan. La red se empieza a rolar y a estibar en la popa.
– ¡Deja que la corriente te saque por encima de los corchos, no enciendas tu motor!
Levanto la mano en señal de entendimiento y dejo que el bamboleo de la marejada me acerque a la línea de corchos, no hago ningún esfuerzo, la mole pestilente sale igualmente por encima de los flotadores, la corriente me aleja unas 50 brazas, el capitán me observa y me pide remolcar lentamente la podredumbre, debía amarrarla al lado de babor, por la radio que era la misma frecuencia de todos, escucho cuando se dirige al panguero.
– Charrúa, Charrua, ¿Se me escucha? ¡Media máquina, media máquina, malo, pomalo! siento que quiere transmitirle tranquilidad!
– Se parece bien. ¡Escucha, Charrúa tira con cabeza, ¡se parece que agarramos bien! No sé, parece 70, 80 toneladas y suelta una pequeña risa. Que bien pensé.
Pandemonium
Me acercaba remolcando la ballena casi enfrentando la proa de la lancha con la pesada proa del barco, este rolaba, se balanceaba en un ir y venir por ambas bandas, la cercanía no me dejaba apreciar la arboladura, seguía avanzando lentamente, para acoderar la lancha con la banda de estribor me alejo un poco y luego girar y quedar alineado con la cubierta, de tal manera que me subieran con una de las grúas no sin antes transferir el cabo para asegurar el objeto al barco.
Al cambiar mi ángulo y por consiguiente mi perspectiva noto que había algo que no calzaba, con asombro me percato que la parte superior de la pluma principal se había desprendido y caído a cubierta con el “power block” el cual tendría un peso no menor a media tonelada, me acerque y solo me amarré a un lado, trepé a cubierta, no se podían usar las grúa del sistema hidráulico estaba detenido, el área de trabajo era un “pandemonium”, cables en desorden, aceite esparcido sobre esta, tubos doblados, en los rostros de mis compañeros veía aun asombro, el contramaestre de un lado a otro girando instrucciones, con inmensa fortuna pude comprobar que nadie había sido golpeado ni herido ante tal accidente, la pesca se había perdido pero eso era lo menos importante.
El jefe de máquinas yugoslavo, junto a su asistente y el soldador que eran ticos se movían febrilmente, uno cortando tubos, el otro haciendo roscas, acarreando herramientas dirigiendo a parte de la tripulación, por otro lado Seselja que sabía que la red tenía una franja con prevista para “zipper” y decidió habilitarlo pero tenía que esperar, el “chief” estaba enfrascado en reparar la catástrofe que había sucedido con la pluma, el soldador que era un muchacho de nombre Sydney, era de San José y por esas peripecias de la vida estaba embarcado, era un tipo muy trabajador de pelo largo, tez blanca, un típico josefino, cortaba las piezas de metal con afán y seguridad, el asistente del cual no recuerdo su nombre, era de Puntarenas, una persona de edad, calculo que tendría su 60 años, celoso de las preferencias del maquinista al activo y ágil Sydney, se refería a el en tono de broma.
-Jmm Sydney.. (casi suena como cisne) jmm por poco lo llaman carraco (en Costa Rica así se le llama a un pato silvestre, acepción que se le da de manera popular a todos los patos)
Cortaron una botella vacía de acetileno y la insertaron a manera de refuerzo interno en la parte que se había quebrado como un lápiz, al unir ambas partes se le adicionaron unas platinas extras para reforzar la parte afectada, el trabajo de ellos fue excepcional, tuberías hidráulicas nuevas, lo que casi se había convertido una tragedia lo habían resuelto al promediar las dos de la madrugada.
El capitán y navegador estaban despiertos antes que la tripulación, la campana repica muy temprano, los pescadores aun algo afectados por la larga jornada del día anterior, desayunan y de inmediato pasan a la cubierta, ya el sistema hidráulico está encendido, rolamos la red de vuelta sobre la cubierta hasta llegar al paño del “zipper” lo extendimos de la mejor manera, alineamos los anillos de acero previstos y deslizamos un cabo Samson que Seselja había pedido expresamente que se pintara de negro “para que el pescado no lo viera” desde la línea del corcho hasta la cadena, en uno de los anillos, atamos una marca de color llamativo, regresamos la red a su posición, revisamos todos los detalles de la maniobra.
– ¿Listo?
– ¡Listo!
– Molaa, mola y largamos nuevamente, cuando estábamos cerca de embarcar la mitad de la red Pedro del Solar se dirige al capitán en la cofa y abriendo los brazos en forma inquisitiva, le dice:
– Parece que hay mucho pescado dentro! ¿Vamos a cortar? Seselja!
Seselja no le presta mucha atención está embelesado en el “white spot” que observa.
– Rola, sigue no pares Javier, no pares, para eso la sección del zipper ya había pasado, no podíamos hacernos para atrás, hasta que en algún momento Seselja se percata de su error.
– Ferma! ¡Para un momento!
Baja hasta la propia cubierta, da una mirada con cierta preocupación, entreabre la boca en un gesto conocido de el, pide un estrobo de cable, levantamos y dejamos caer unos anillos sobre la cubierta, pide el sencillo, que es el gancho de trabajo más usado, engancha un anillo y lo levanta, Pedro se hace a un lado, Seselja toma control de la cubierta.
-Vira! larga! Pásame el estrobo! Con determinación da ordenes, se nota molesto, creo que es consigo mismo por no haber ordenado el uso del zipper en su momento, de alguna manera va recogiendo en toda su extensión de la cadena al corcho lo justo y necesario para dividir la red en dos y hacer una moña, la aseguramos y empezó a hacer el saco, en esos días usábamos la panga para sostener el bonche, hizo un saco perfecto, el pescado perfectamente embolsado, había según mis estimaciones unas 120 toneladas, para eso Pedro había renunciado a su puesto en la cubierta y había saltado a la panga a brailear al lado de Charrúa y otros más, terminamos de embarcar la pesca y quedaba la otra mitad, con tan mala fortuna que desfondamos, la red se rasgó y no sabemos cuántas toneladas perdimos.

Después de ese momento nos alejamos por un par de días, pero el daño ya estaba hecho, cuando regresamos el ecosonda no registraba pesca alguna, la carcasa se había fragmentado algo por el ataque de los tiburones azules muy propios de las aguas peruanas, se observaban piezas de la masa pestilente que sobresalían fuera del saco.
El capitán se acerca y me da instrucciones, ve y haz cusi cusi, mete esos pedazos dentro del saco, ve con alguien que te ayude.
– Vamos Mañuco ¿Me ayudas? Claro que sí, tomamos algunas agujas con hilo grueso, trepamos a la lancha y nos bajaron, poco a poco nos acercamos, pasamos un cabo de proa a través de la malla del pestilente cadáver y nos dimos a la tarea de tomar la podredumbre con nuestras propias manos y devolverlas dentro del saco, cosíamos cerrando los incontables hoyos, de pronto meto mi mano para tomar o empujar una pieza dentro de la red y siento como una descarga, como si hubieran derramado aceite caliente en mi antebrazo.
-Arghhh y retiré el brazo, un fuerte dolor se apoderó de mi brazo y se extendió por debajo de mi axila y parte del pecho, arghh! Mientras me retorcía Mañuco me miraba asustado.
– Que tienes?, ¡Que te pasa?
-¡No sé, algo que toqué! , en efecto había tocado una medusa conocida como fragata portuguesa que flotaba inadvertidamente entre los restos de la ballena muerta, fue tal el dolor que recurrí a bañar con gasolina la parte afectada, el dolor intenso se tradujo en una inflamación de ganglios en la parte de la axila, al cabo de unos minutos me recuperé y regresamos al barco, subía y en cubierta me despojaba de la ropa que se impregnaba de la pestilencia y procedía a ducharme, ya recibía bromas en exceso por el fétido olor que ya era molesto.
Crisis
Dejamos la zona y navegamos al norte, aguas colombianas, alrededor de Malpelo hicimos unos cuantos lances el viaje se había extendido más de lo usual de pronto se notó un cambio en la iluminación del barco, el parpadeo de las luces y un apagón absoluto, el barco se detuvo, el silencio se apoderó de toda la embarcación, el interior de la embarcación servía como caja de resonancia al bamboleo que producía la marejada, movimiento entre la tripulación, abandonamos las cabinas y salimos a cubierta.
– ¿Qué pasa? Uno de los auxiliares se fundió, movimiento entre los oficiales, Pedro nos tenía al tanto de lo último, al cabo de unos minutos la energía se restableció.
– El maquinista le informa al capitán que no podía garantizar el enfriamiento de la pesca con un solo auxiliar, debido a las ingentes necesidades de energía para tener en movimiento a los compresores, maquina principal y energía del barco.
-Seselja decide, se vamos a ir a Panamá, pero vamos a ir buscando en el trayecto, continuamos navegando al día siguiente, oteando el horizonte sin éxito, ya al caer el sol nos detuvimos quedando al garete, a la deriva, al “drifting”.
En plena madrugada se apagan nuevamente las luces, el revuelo es que el segundo auxiliar también falló, oscuridad completa, al cabo de unos momentos se enciende la iluminación, pero de manera limitada.
-Pete Trutanich el navegador americano nos hace una advertencia, en su limitado español nos dice, usemos luces solo al mínimo, nada de usar equipos conectados a la red, este auxiliar de emergencia solo es para alimentar la maquina principal, el barco enciende la maquina principal y pone rumbo directo a Panamá, la tripulación después de casi un mes en altamar sintió que era un alivio saber que íbamos directo a Panamá. Nadie sospechaba lo que nos esperaba por delante.
No llevábamos ni 6 horas cuando nuevamente se presentan problemas con el auxiliar de emergencia, algo sucedía que no podían sobrellevar el peso y la sobrecarga de energía, este auxiliar también se detuvo, ya la situación era preocupante, esta embarcación tenía un problema en el eje de cola por el cual filtraba agua y al acumularse en la sentina en la popa del barco debía ser bombeada fuera del barco cada media hora, se arrancó el ultimo auxiliar de emergencia y continuamos, este no duró ni dos horas y literalmente explotó y un pistón salió expulsado golpeando un mamparo de la sala de máquinas, ahora nos quedamos sin ningún tipo de energía, el barco a la deriva y haciendo agua por la popa de manera constante.
Podía escuchar las voces en la oscuridad, los haces de las luces de las linternas que se entrecruzaban, el sonido de pasos y el casi tenebroso sonido del oleaje pegando en el casco del barco, esa sensación de abandono y precariedad, ni siquiera era de día, toda la tripulación se encontraba reunida en la cubierta principal, el jefe de máquinas, su asistente, el soldador todos subía y bajaban, rostros sudorosos, alguien advierte del incremento en el nivel del agua en la sentina, se hace una cadena humana y con baldes empezamos a intentar retrasar que ese nivel siga subiendo, dos moto-bombas no arrancaban, ambas habían estado en completo abandono.
La tripulación empezó a agotarse, el nivel del agua seguía subiendo y pronto pasaría a inundar la sala principal de máquinas, el personal de máquinas insistía infructuosamente en hacer funcionar alguna de las moto-bombas a gasolina sin éxito, si eso no funcionaba estábamos condenados a abandonar el barco.
¡Todos a cubierta! comanda el “deck boss”, sacamos unas bozas que usamos para amarrar el barco en los muelles, sujetamos las más gruesas a la proa de la panga y el extremo lo aseguramos en las bitas del winche para mejor control, la idea era bajar el skife de manera lenta y no correr peligro de que se hundiera si la soltábamos intempestivamente, a una señal soltamos el pelícano de seguridad, de un solo golpe la panga se deslizó, se cimbró un poco pero las bozas soportaron el embate primero, poco a poco se fue soltando, lenta pero segura se deslizó completamente y sin contratiempos hasta estar completamente en el agua.
Charrúa en su puesto pateó el pedal de arranque y el skife rugió con fuerza, preparamos un cable de remolque a la proa seguidamente empezó a tirar del barco, nos encontrábamos alrededor de unas 30 o 40 millas al sur de la isla Boná ya en aguas panameñas, acondicionamos un sistema de poleas para bajar una de las lanchas y llevar suministros y recambio de personal al skife, Charrúa en modo de broma decía que el siendo capitán de la panga no iba a abandonar su barco hasta llegar a Panamá, el problema del agua persistía y el asistente de máquina insistía con una de las moto-bombas hasta que finalmente arrancó, eso fue una sensación de alivio, la tripulación trabajando en equipo unimos mangueras desde la maquina principal hasta la cubierta del parque de pesca y empezamos a bombear y el nivel descendió, llegó la mañana y con un poco más de tranquilidad empezamos a pensar en comunicarnos.
Radio VHF , recuerdo haber metido mi cuchara y pedir que conectaran uno de los radios del puente a una de las baterías de las lanchas, sintonizamos la frecuencia de transmisión que usamos, me calcé uno de los radios headset y Pedro manipulaba el micrófono.
Lifeline
¡Uno, dos, tres, probando, ¿Me escuchas?
-Te escucho perfectamente, trata de ver si podemos captar alguna frecuencia, 3 o 4 de nosotros reunidos a la expectativa alrededor de la radio. Empieza a girar el dial, los ojos dilatados y saltando de frecuencia en frecuencia y de pronto escuchamos una voz de mujer.
– !Chuletaaa ¡hermana me olvidé de comprar lotería! Cómprame el 36, ya no me puedo mover hasta el fin de semana, hermana hazme el favor ¿Sí?
– Seselja tomó y presionó con fuerza el micrófono, con desesperación.
– ¡Señorita, señorita ¿Me escucha? Esto es una emergencia, ¿Me escucha?, ¿Me escucha?, cambio!
Hubo un momento de silencio, pienso que la persona al otro lado se sintió sorprendida por el “impromptu” radial de un desconocido.
-Señorita, ¿Me escucha? , esto es una emergencia, este es atunero White Star, ¿Me escucha? cambio! Finalmente.
– ¡Si, buenos días! responde la voz femenina en la radio, algunos de nosotros hicimos gestos de aprobación cerrando los puños en el aire.
-Gracias! Señorita ¿Dónde está usted, de donde me habla? ¡Cambio!
– Le hablo de Taboguilla (esta isla está apenas a 2.5 millas de Taboga la isla mayor y centro poblado, la cual está a unas 10 millas náuticas de Balboa).
– ¿Señorita necesito que llame a la agencia PANACO, me escucha? Por alguna razón y a pesar de la distancia, se pudo establecer contacto con esta operadora de radio, a distancia no permitía llamar directamente a la agencia, la frecuencia de VHF apenas tenía un alcance de poco más de 20 millas.
-Un momento señor le voy a pasar con el señor Zolezzi, en esos días operaba una fábrica de harina de pescado en la isla y a cargo de la cual estaba este señor de origen peruano y que al parecer conocía coincidentemente a Seselja.
– Hola Seselja, no te preocupes, voy a llamar de inmediato a PANACO para que ellos se comuniquen directamente contigo, al cabo de un rato recibimos confirmación de la agencia en mención, el Sr. Zolezzi nos servía de intermediario
-White Star, White Star aquí PANACO buenos días, dígame su posición y en que le podemos ayudar, adelante!
– Estamos a 30 millas al oeste de Boná, seguimos avanzando lentamente con la panga remolcando, necesitamos que tengan un generador disponible para suministrarnos energía de tierra.
La preocupación ahora era por unas 500 TM de atún a bordo y que corrían peligro de echarse a perder.
Después del intercambio de información se despachó al Nautilus que había llegado ese mismo día a Balboa y estaba en el fondeadero, los tripulantes se alistaban y se acicalaban para salir a tierra cuando tuvieron que zarpar a nuestro rescate, al cabo de unas 4 horas llegó nuestro remolque, pasamos cables y ya cayendo la tarde llegamos a la zona de anclaje de Flamingo, donde un poderoso remolcador del puerto nos esperaba, de manera pronta nos arrimaron al muelle 8 donde un inmenso generador nos suministró energía para nuestra tranquilidad.

Vudú
Ese día no tuve guardia, así que pasé la noche en casa de mi hermana, un poco antes de las 9 pm. Seselja me llamó.
– ¿La mujer de Tommy está a barco todavía? Si aún está a bordo respondí.
– Mmm le había dicho a Nick que no quería mujer a bordo, pero no me hizo caso
Pasamos alrededor de 10 días reparando los auxiliares antes de estar listos para proseguir el viaje, al cabo de un par de días el maquinista envió a su esposa de regreso a Costa Rica, vino un taxi y la llevó al aeropuerto.
– Kurac, Jebem ti Boga ¿Está a barco todavía? Así es respondí, por lo menos antes de salir la vi en el comedor, yo sabía y el no ocultaba su malestar por la presencia de una mujer en el barco, él era de esos marinos aferrados a supersticiones y creencias, como la de amarrar un atado de ajos en la proa, esparcir sal por el barco cuando la pesca se asola, no barrer de noche, no salir a pescar los viernes y creer que una mujer le da mala suerte a un barco, teniendo en cuenta lo que había sucedido en ese corto periodo, alimentaba aún más su creencia. Prosiguiendo con la conversación me da una buena noticia.
-Calilo se te vamo a pagar $5 por tonelada, ¿Ok? Hiciste un buen trabajo, Ok, gracias Seselja! gracias!
Yo había confiado mi propio desempeño y la muestra de esto era la plena aceptación por parte del capitán. Demás estaba decir que esa noche hice muchas multiplicaciones.
Al cabo de un par de días nos encontrábamos realizando algunos trabajos de mantenimiento en cubierta cuando llegó el capitán al muelle, la marea había bajado de manera muy pronunciada, en los muelles de Balboa en particular era muy notorio, así que había que tener extremo cuidado cuando se abordaba por el portalón.
Dobro jutro! Saluda Seselja, después de poner pie en la cubierta, se le notaba relajado y recién bañado, perfumado, relajado. Me llama a un lado y me preguntó de manera casi sigilosa, casi susurrando:
– ¿Dónde está la tica? Refiriéndose a Iris la esposa de Tommy.
– Ya se fue, respondí, vino un auto ayer, ¡sacaron sus maletas y la llevó al aeropuerto!
– No sé dé donde sacó una botella, aparentemente con agua bendita y empezó a esparcirla por la cubierta y la red.
-¡No vale mujer al barco, puta mare es mala suerte! Sonreía y produjo una risita de pequeña victoria, como si fuera un sacerdote esparció el agua bendita por todo el barco, por la cubierta, en el winche, en la red.
Supersticiones o costumbres que trascienden el tiempo, después de solo un mes más de viaje nos ordenaron ir a Ponce en Puerto Rico a la enlatadora de National Packing a descargar, terminada esta, Seselja no seguiría más en el White Star.
Dejé el barco junto a otros, Mañuco, José, Sydney, Chepillo viajamos a San Juan P.R, Miami y de allí volamos a Costa Rica a intentar seguir con nuestras vidas, volver a la normalidad de la vida común en tierra firme, atrás quedaba un sinfín de peripecias y experiencias, apenas era el año 1977 y la vida recién comenzaba para nosotros.
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