Después de un frustrado y pobre viaje en el Pawn Pawn un pequeño atunero de 250 TM de origen canadiense y con registro de Panamá, en este la pesca nos había sido esquiva, después de un ir y venir a lo largo de aguas costarricenses, desde Cabo Blanco hasta Matapalo, Salsipuedes y Punta Burica en el límite con Panamá teníamos apenas escasas 30 toneladas abordo, yo ya hacía números, pero las cuentas no cuadraban. Estábamos al sur de Costa Rica cerca de la costa, después del mediodía subo a la cofa, Seselja el capitán oteaba el horizonte en busca de la mancha que salvara el viaje, en el fondo sabía que la suerte estaba echada, lo observo con el rabillo del ojo, sus labios tendían a cuartearse por el sol y la intemperie, usaba una loción o mantequilla de cacao, su nariz afilada, su piel rojiza, su cabello gris plateado, entreabría los labios y entrecerraba los ojos como en un tic, levantaba los binoculares y hurgaba en la distancia. Yo usaba los binoculares Fujitsu grandes, barría el horizonte de babor a estribor una y otra vez, pero la pesca estaba asolada, la mar casi chicha, no había pajaradas, ni “jumpers“, ocasionalmente debido al escaso viento la humareda de la chimenea nos ahogaba, Seselja pedía cambiar el rumbo unos cuantos grados para esquivar el humo, no se avistaba nada, solo la monotonía de un día más.
– Nema cursa, nema nista! ¿Que se dice Kali? Javier dice que quiere venir a recogerte en el Entremares, ¿Que dices tú, lo esperamos o vamos a Puntarenas?, me miró como esperando una reacción, yo sabía que estaba resentido, que le había pedido a su ahora colega que le diera información sobre áreas de pesca, y este cuidadoso de no transgredir los acuerdos de su grupo de código se había rehusado muy diplomáticamente con excusas, sin duda le resentía, pues sentía que él le había dado embarque a Javier varios años atrás , sin embargo el ser expulsado de un código por pasar información a escondidas suponía el ostracismo y perder las prerrogativas de tener valiosa información, al final pesó el silencio.
“Jebem ti Boga”, no tenía que hablar abierto! masculló, solo una señal, pero no abrió su boca, solo tenía que decirme algo como fuera de Macchu Pichu al cuadrante donde sale el sol, fuera de la Baila Bonito o del Caracol, sin duda su inventiva para diseñar códigos personalizados era sorprendente. – Yo hubiera entendido! prosiguió, pero “Jebem ti Boga”, no quiso decirme nada!
– ¿Que le pasó? y se mantuvo maldiciendo en croata, volvió a preguntarme: – ¿Lo esperamos? yo sabía que el esperaba algún tipo de empatía hacia él y sus quejas, pero no quise pisar ese terreno, yo no me iba a comprar esa bronca y respondí de la mejor manera: bueno… y me quedé en silencio por un instante mientras trataba de decir las cosas de manera pausada.
– Creo que esa debe ser solo tu decisión y cuál fuere yo la voy a respetar -afirmé con cautela-, me miró una vez más, pero sonrió de manera mordaz, se quedó callado por un instante y asintiendo dijo: -Se vamos a esperar Kali, puta mare, nema problema se vamos a esperar Kali y suspiró, se llevó los binoculares a los ojos, hizo como que buscaba, pero era para que yo no notara su tristeza.
Al día siguiente la actividad radial en el Raytheon precedió la de los VHF de más corto alcance, los chasquidos y las voces resonaban en el puente y en la cofa.
¡Gustavo! – Desde lo alto de la cofa Seselja rompía el silencio por el sistema de alto parlantes de la embarcación, ¿En qué posición te marca Javier?
-Mmm viene del este Seselja!
– ¡Ma Kurac! ¡No puede ser tiene que venir del sur o suroeste hombre!
-¡Pero me marca por el este! insistió el italiano Pignati.
– ¡Pizda mater! y maldijo nuevamente en croata, no puede ser, el barco viene de Panamá!
-Bueno, eso es lo que me marca el “direction finder” se defendió por tercera vez Gustavo, de pronto un intempestivo rugido hizo asomarse a Seselja con casi medio cuerpo por las ventanas de la cofa, era el helicóptero que pasó con vuelo rasante, la tripulación del pequeño Pawn Pawn subió a la cubierta superior a ver de cerca el artefacto, a través de la burbuja de “plexiglass” se observaba claramente al capitán, este vestía camisa caqui y pantalones cortos, lentes polarizados y una gorra roja de Casamar, sobrevolaron un par de veces al Pawn Pawn y entabló conversación con Seselja por el VHF.
– ¡Puta mare, para el barco! rugió el capitán – ¡Puta mare Javier! me vas a matar del susto reclamó Seselja, Javier soltó una pequeña carcajada con asomo de superioridad, su barco era una novedad en este lado del Pacifico, era una mole que se fue desplegando en el horizonte, en efecto venía por el sureste y parecía un edificio flotante, Gustavo tenía razón el radiogoniómetro había marcado el VHF del helicóptero y no la comunicación del barco, después de intercambiar saludos el chopper se dirigió a su barco, este último a medida que se acercaba iba mostrando su impresionante silueta sobre el soleado horizonte.
– Ve y arregla tus cosas! me pidió Seselja, gracias le dije y me despedí bajando de inmediato por la jarcia, repartí algunas de mis pertenencias entre los compañeros, agarré lo esencial y salte al speedboat del Entremares Dos que había llegado a recogerme, me desearon buena suerte y pasé de un barco al otro, mientras nos subían con la grúa hidráulica ni imaginaba que pasaría un total de tres meses en alta mar, en ese momento el tiempo no importaba, el entusiasmo de un nuevo comienzo era lo que contaba.