-Este es un poema que tu abuelo Morello escribió y lo publicó el Diario La Industria, tomo entre mis manos con sumo cuidado el papel amarillento, el tipo de letra ya no se ve, esa tipografía cayó en desuso por completo, no recuerdo en detalle lo escrito, pero me dije ahh… también escribía poemas. Me entretuve mirando las fotos por buen rato, unas en sepia y otras en blanco y negro con el recorte peculiar de los bordes, algunas del fotógrafo Pulache otras en formato 110, me fascinaba ver esa caja de fotos con su cuota de escapularios, estampitas de primera comunión y bautizo, también medallitas, después de un buen rato, devolví las fotos y estas volvieron al cajón y al doble paso de las llaves de la abuela.
De pequeño pasaba temporadas con ella, me llevaban de visita donde la tía Rosa que vivía en los altos del teatro Grau en el Jr. Junín, me dejaban medio dormido en uno de sus muebles blancos de mimbre mientras ellos iban a ver alguna película siempre en horario de noche, había dos funciones la que llamaban de “vermouth” a las 7 pm y la de noche a las 10 pm, muy raramente había funciones de matinee, en ese entonces el inicio del servicio eléctrico era a partir de las 5.30 pm, solo en contadas y especiales ocasiones había fluido eléctrico durante el día, entonces proyectaban alguna película en ese horario.
Tras la función regresábamos caminando de vuelta a la casa de los abuelos en el Jr. San Martín, cuando íbamos a la altura de la Plaza de Armas yo ya iba prácticamente sonámbulo y colgando del brazo de mi abuela, mis abuelos eran cinéfilos, mataban dos pájaros de un tiro, ella visitaba a su hermana Rosa y miraban una película de paso, todo esto hasta que los agarró un terremoto dentro del cine.
El miércoles 9 de diciembre de 1970, un fuerte sismo sacudió los departamentos de Piura y Tumbes, a las 11.45 de la noche. En total fueron 37 muertos y 205 heridos, la mayor destrucción se produjo en Querecotillo (Sullana)
Estaban ya casi al salir y mi abuela toda indignada le dice al abuelo:
– Ay Tiomi ay, ay pero que le pasa a esta gente, que atrevidos! jajajaja me imagino a la abuela, esta gente nos empuja! el abuelo consciente de lo que estaba pasando le contesta, no es eso, es que nos están empujando, está temblaaando!
No está demás decir que se llevaron el susto de su vida, tras esa experiencia se compraron un televisor y nunca más en su vida regresaron a un cinema. ¿Radicales los viejitos no?
Los recuerdos
Cuando pequeño le pedía ocasionalmente a mi abuela Dora una propina, con ese son o tono de lamento que usamos para rogar los norteños, ese tono que arraigado en nuestra garganta usamos especialmente cuando pedimos favores. ¿Acaso no lo usaron mis contemporáneos para pedir que nos dejaran entrar al cine, a la zona de delantero cuando no nos alcanzaba la plata, no lo usamos para pedir la propina al tío, al abuelo, a nuestros padres?… ¡Ya no seas malito! Dame un sol.

Recuerdo a mis amigos de siempre, los Souza, los tres inseparables hermanos, después que murió su abuelo Manuel, la sastrería de los Noblecilla quedó acéfala, entonces un familiar de ellos que ya estaba trabajando de aprendiz se tuvo que hacer cargo de esta, pero no tenía la experiencia de un maestro sastre, así que el tío Segundo hermano mellizo de Manuel llegó desde el Callao y estuvo todo un año en Paita enseñándole todos los secretos del oficio a Chale, eran los tiempos de planchas de carbón, tiza, metro y casimires.
Como decía en un principio, al morir Manuel ya no estaba la figura amorosa del abuelo, que los amaba, sobre todo, el Manuel de las propinas y de los abrazos y suaves regaños, Chale ocupaba su lugar ahora y eso se dio siempre en toda la extensión.
Sábado por la tarde 6.30 pasan los tres recién bañados en dirección al cine, pegan un silbo frente a la casa de don Justo Rambla, ¡Oee.. Pocho! Guárdame sitio, ¡Apuratee!, en verano los días son más largos, pero la función en el cine Fox empieza a las 7 pm.
¡Hola Chale! Dice Joe el mayor con mucha naturalidad, el entonces sastre levanta la ceja, lo mira y sigue delineando con la tiza, como quien no le da mucha importancia.
-Chaleee y alarga el nombre en modo ruego, ¡Dame para el cineee!, el chico se desespera y los otros dos hacen espíritu de cuerpo y lo apoyan.
¡Ya Chale da pal cine! Insisten usando el tono pedigüeño tan característico de los piuranos.
-Ya Chale no seas malitoo, Chale… Chale apura que ya empieza la película, este último sin mirarlos, frunce el ceño y replica:
-No, no tengo plata, inclinaba la cabeza sobre la pieza de casimir, hablaba sin levantar la cabeza, ¡Pidanle a Julio, solo yo doy todas las semanas…!
– Mañuco alega despacio: ¡Ve chi… gua!, ese nunca nos da, ¡es bien tacaño!
-Ya Chale, no seas malito.. rictus de angustia en los rostros, el tiempo avanza, todos han pasado, todos se han ido al cine menos ellos, la tarde parece más noche.
Volviendo a recordar esos instantes, creo que Chale disfrutaba torturarlos hasta el último momento, ya en el clímax de la hora, de la desesperación infantil, deja la tiza y el metro.
– ¡Bueno, bueno!, la próxima semana le piden a Julio y se metía la mano al bolsillo, tomaba un billete y unas monedas y les daba para el alivio de todos, Johnny con su cáustico modo de ser agregaba. ¿Y para el chicle? Chale ponía su cara de molesto e indignado… ¡Oye! y le levantaba una de las reglas en son de amenaza.
Johnny se reía, se le acercó y le dijo ya Chalecito, gracias, ¡Calla negro ándate ya!, y los corría, pero ya aliviados y con una sonrisa, todos salían en una sola carrera al cine antes que sus asientos, que eran cuidados por los fieles amigos pudieran ser ocupados.
El tonito ese de voz, creo que aún es efectivo, ¡creo que funciona hasta ahora!
Otro estilo
¡Dos soles! dicen que el “Pato” Saenz que era mi tío político casado con mi tía Matilde Ferré, era un bromista nato y tenía un gran sentido del humor.
Cuando uno de mis primos le pedía dinero:
– Papá dame cincuenta!no había respuesta…papá… ya no seas malito!
El replicaba:
– ¿Cuarenta?, ¿Para qué quieres treinta? sí con veinte te alcanza, dale 10 a tu hermano y me traes el vuelto! de ellos creo que quien mejor heredó su sentido del humor fue Harry que al igual que su padre es todo un personaje.
Ante el estilo peculiar de los norteños para pedir las cosas, algunos también saben sacar el cuerpo de manera graciosa.
El cuarto misterioso
Al fondo del cuarto de mi tía María Luisa mi abuelo tenía un cuarto que en mi niñez siempre vi con misterio, se accedía por una puerta de doble hoja, la mitad superior de estas eran ventanas cuadriculadas, habían sido cuidadosamente pintadas de blanco por su parte interna, así que no había manera alguna de ver que había del otro lado hasta que un día el abuelo me pidió que lo ayudara a pasar unos papeles al interior, la visita no duró más de dos minutos pero mis sentidos como un escáner barrieron su interior.
Observé varios juguetes de hojalata, carritos, barcos, anaqueles con expedientes amarillentos, ¡libros! muchos libros, una calavera! un cráneo entero y el omnipresente polvo por doquier, en un descuido en que él se alejó, en unos pocos segundos, tomé un real del bolsillo e hice una pequeña raspadura a la pintura.
-Ya, listo, ya terminamos y cerró nuevamente con candado el cuarto misterioso, lo que él no sabía era que ya podía atisbar dentro de la habitación a través de la rayadura en la ventana de vidrio.
-Bueno, era una pírrica victoria, pero victoria al fin para mi niñez.
Teodomiro Sánchez Novoa era un hombre de baja estatura, pero muy inteligente, era muy estricto pero creo que la aureola de hombre de leyes lo hacía verse así un poco más de la cuenta, era un buen hombre, era justo a mi entender, cuando me estancaba por algún dibujo muy complicado en mis tareas escolares, el cooperaba, era diestro en el dibujo, en la sala de la casa habían un par de oleos de su autoría, eran oscuros, melancólicos, tristes, creo que eran un poco el reflejo de su propia personalidad.
Mi abuela lo llamaba cariñosamente Tiomi, siempre salían juntos, ella más alta que él y para hacer más grave la diferencia ella acostumbraba usar pronunciados zapatos de tacón, poco le importaba la diferencia de estatura, como un hombre de gran formación siempre salía vestido de traje entero, hasta en las más informales reuniones, solo en el refugio del hogar vestía de manera casual.
Muchos desconocen (no tendrían por qué saberlo) pero Teodomiro Sánchez Novoa y Luciano Castillo, junto con Fernando Chávez León, fundaron en Paita, el 18 de octubre de 1930, el Partido Socialista del Perú después que Eudocio Ravines renombrara el original como Partido Comunista tras la muerte de Carlos Mariategui.
La despedida
Alineados seguíamos en la habitación de mi abuela con nuestra mejor vestimenta.
Finalmente, mi madre me señala con un gesto que me despida, la miro, pero no atino a entender
-Despídete de tu abuela! con la voz casi quebrada.
Doy un paso y me acerco, ella da otro y se inclina y nos abrazamos, observo con el rabillo del ojo a mi madre tratando de enjugar una lagrima, mi hermana menor no se contiene, la mayor cuando fue su turno de abrazar a mi abuela desató el llanto, la escena es casi de histeria colectiva todos lloran, yo incluido excepto mi abuelo Teodomiro que solo observa a un lado, a él también lo abrazo, murmura algo, pero él era inmutable.