Altamar fuera de la línea
No se precisar con exactitud el año pero creo que fue en 1985, en el barco “Falcon” de Fosapatun, una empresa venezolana de propietarios ítalo venezolanos, un viaje que parecía no muy promisorio, la pesca en palos y cerca de la costa no daba resultados así que el capitán decidió ir a pescar a los “porpos fuera de la línea” al oeste de la longitud 100 0este o más quizás, de repente lo imprevisto, un tripulante presentó fuertes dolores abdominales recuerdo haberlo visto retorciéndose de dolor en uno de los asientos largos del comedor, era claro que no estaba en su cabina y pasó todos esos día en ese lugar, lo podía observar por el rectángulo de cristal que existe en las puertas de acceso a la cocina que forma parte del área del comedor también, el navegador se le acercaba como preguntándole por su estado e imagino que suministrándole algún medicamento.

Llevábamos aproximadamente un mes en alta mar y si bien la pesca era escasa, “rascábamos” de 15 o 20 toneladas cada lance íbamos sumando y ya teníamos media carga unas 350 toneladas métricas de atún aleta amarilla, el capitán tuvo que tomar una decisión, nadie podía dar un diagnóstico exacto, eso podría haber sido una apendicitis y haber derivado en una peritonitis fatal, así que dejamos el área de pesca y navegamos casi 4 días y sus noches sin parar, finalmente arribamos a Panamá al puerto de Balboa donde nos esperaba una lancha de piloto, procedimos a desembarcar al “enfermo” y continuamos hacía la zona de esclusas para cruzar el Canal rumbo al Caribe, atravesamos de noche y al cabo de unos 3 días de navegación estábamos operando fuera de Aruba, realizamos un lance, había mucha ventisca pero logramos capturar apenas unas 15 toneladas, era odioso faenar con el viento, convierte la red en una vela y tiene al tripulante a su merced, como una marioneta, como las palmas de un cocotero en medio de un huracán, de un lado a otro, la paciencia experiencia y resiliencia del pescador tiene que aflorar para afrontar esas condiciones, el mal tiempo y sobre todo el viento es mal compañero del pescador de atún. Al terminar el lance subimos la panga y empezamos a navegar acercándonos a la costa venezolana, había buenos reportes de capturas de otro de los barcos de la empresa, del “Intrépido” y algunos cañeros locales, mañana amaneceríamos en el área de pesca, se avizoraba un día mejor sin duda.
El capitán mantenía comunicación permanente con la agencia en Panamá dando seguimiento al estado de salud del tripulante desembarcado en Balboa, le pide al agente que averigüe el estado de salud del tripulante, que si este se hubiera recuperado que lo enviara vía aérea para embarcarlo y que retome su puesto en Punto Fijo, este puerto en el estado de Falcón está alrededor de 260 millas náuticas de Caracas , sin embargo recibió una noticia bastante decepcionante, el tripulante en cuestión no estaba enfermo y se había ido de juerga a los bares en calle J en Panamá, cuando el agente le comunica al tripulante de la solicitud del capitán este manifiesta que no va a viajar y que no se va a embarcar de vuelta, el capitán se dio cuenta por primera vez que la supuesta niña de sus ojos lo había traicionado y habíamos dejado una buena zona de pesca en vano para que al final este le pagara de esa manera. A lo hecho pecho, el viaje de pesca simplemente debía continuar.
Quisiera recordar con exactitud las fechas o los meses de ese viaje, pero la memoria no ayuda con esa precisión, en el área de pesca se encontraban dos atuneros más, el “Intrépido” y el “Calipso” y al menos un cañero el cual se encargaba de atraer y mantener cerca las manchas de barrilete que se encontraban por la zona, el clima y por consiguiente el mar de manera sorprendente se mostró extremadamente calmado y apacible, casi una calma chicha y sin vientos, es conocido que en ese sector del caribe venezolano, hay mucho viento, elemento que los pescadores detestan.
Una vez posicionados en la zona, la competencia a la hora de calar era entre los barcos de la misma empresa, cabe mencionar que con una buena dosis de suerte y otra de empeño logramos cargar el barco, completar la carga de más o menos 750 TM en tan solo 5 días, un premio a la perseverancia y una respuesta a la maledicencia de algunos. Al completar la carga nos dedicamos a limpiar el barco y preparar la maniobra para su descarga, Punto Fijo nos esperaba, al llegar a puerto después de más de un día de navegación yo ya tenía previsto viajar a Maracaibo y luego Caracas para llegar como destino final Costa Rica, tocaba tomar un descanso después de un arduo viaje.
Sin barco
Al cabo de unos días una llamada del capitán me alertó.
– Ya no vamos más al Falcon! Manifestó al otro lado del auricular. Le hicieron corralito y le quitaron el barco a pesar de haber logrado una carga completa y salvaguardar la vida de un tripulante, asunto que pareciera fue el detonante si la información que llegó a los armadores era de que el susodicho enfermo no lo fue tal y se dedicó a beber, poniendo en peligro la operación de la embarcación bajo la óptica del empresario.
Una muestra clara de que la lealtad no se muestra contándole chistes al capitán, ni prestarse al papel de bufón, sino con responsabilidad y honestidad tanto en su trabajo como en su accionar, creo que algunas actitudes ajenas fueron moldeando mi carácter tanto en el ámbito de la pesca como en el personal, hay cosas que te marcan y la lealtad o la falta de esta es una de ellas.
Transcurrieron algunos años sin salir a la mar, realicé algunos trabajos en tierra, en el ambiente plácido y calmado de un pueblo enclavado en medio del Valle central de Costa Rica, un lugar apacible, tranquilo, de profundas tradiciones y muy ordenado, donde el saludo amable y caluroso era la regla y no la excepción.
Pero la cabra siempre tira para el monte.
En ese ínterin había viajado a Panamá a buscar una oportunidad en alguna embarcación sin éxito, me encontraba a menudo con Pepe Saravia pescador de la vieja escuela quien radicaba en ese lugar, Pepe había trabajado con mi padre en la época de la pesca a la caña, se embarcó desde los 13 o 14 años, muy joven por cierto y entrego gran parte de su vida a esta actividad, pasé un mes completo en ciudad de Panamá sin resultados positivos, no se dieron las cosas y regresé a Costa Rica.
Frustración absoluta.
Principios de enero de 1988, recibo una llamada.
-Hola, ¿Calilo? ¿Qué tal?
-Te habla el hijo de Pepe Saravia, mi padre me ha encargado llamarte, dice que me suministres el número de pasaporte y todos los datos necesarios, Seselja va a correr un barco, este se encuentra en Australia así que te quieren como “winchero“, después de unos 4 años se me presentaba otra oportunidad para regresar a pescar!
Aquí empieza lo tragicómico de esta odisea, yo tenía que embarcarme a toda costa, no podía desaprovechar esa oportunidad, era vital que volviera a trabajar en el mar. No sabía yo todas las vicisitudes que tendría que vivir esos días.
A pesar de los varios años que vivía en Costa Rica, mi estatus migratorio no estaba definido por desidia de mi parte, al entrar y salir constantemente del país no me preocupaba de estos asuntos, amén de mi reluctancia a esos avatares burocráticos, lo que me hacen pensar que algo de anarquista debo tener en mi pensamiento, el asunto es que al encontrarse el “Eastern Pacific” en territorio australiano, era necesario y obligatorio obtener visa de ese país para poder ingresar, en esos años tenía entendido que solo se podía solicitar visa en México o en Argentina donde Australia mantenía consulados los cuales servían a toda la zona latinoamericana, en la actualidad los hay en muchos más países.
Andy Mike Trutanich era el presidente de Trident Food Corp. esta era la parte americana de un “joint venture” con Kailis & France de Fremantle en Western Australia, quienes por estrategia se habían unido para la adquisición de embarcaciones atuneras y la pesca planeada de las mismas en aguas del Océano Indico, eran tres embarcaciones dos construidas en astilleros PACECO en California, el Queen Mary y Trinidad III de más o menos unas 380 TM de capacidad de captura y la otra a la cual yo debía ir que era Eastern Pacific construida en Astilleros Martinac de más o menos unas 450 TM de capacidad de captura.
La odisea
Andy me llamó a Costa Rica directamente y me indicó: Acércate a las oficinas de Pan Am y recoge un boleto para ti, de tal manera que en unos días debía tomar un vuelo que venía de Panamá y en el que viajaban dos tripulantes más y tomar el mismo vuelo en San José hacía Ciudad de México, las peripecias de un viaje inusual daban inicio.
El día previsto viajé desde San Ramón de Alajuela hasta la capital San José, no recuerdo la dirección exacta creo que era o la Av. Central o Av. 3, el asunto es que subí a un segundo piso donde quedaba entonces una pequeña oficina que representaba a de Pan Am, la persona que me atendió una joven agraciada con un acento conocido para mí, me pidió mi identificación, le alcancé mi pasaporte,
-Ah ¿peruano?, dijo con algún dejo de sorpresa y agregó
– ¡Somos paisanos!
-Ajá, repliqué, entonces comentó sobre el tiempo que llevaba viviendo en Costa Rica mientras revisaba los documentos, apuntó algo en la computadora y emitió un boleto de forma manual, SJO-PTY, PTY-MEX, esperaba nervioso, pero con ilusión el boleto.
-Sr. Morello le recuerdo que PanAm no vuela a Ciudad de Panamá así que tendrá que endosar el boleto a otra aerolínea, así que le aviso para que tome sus precauciones con tiempo.
– ¿Queeé?
-Ejem… sí, si, muchas gracias! Esa fue la primera perla.
-Si, así tendrás que hacer enfatizó, te sugiero que vayas a COPA que está en la Av. Central.
Ni modo, mi odisea estaba apenas empezando.
Decidí acortar tiempo y me dirigí al consulado mexicano, necesitaba la visa para poder ingresar obviamente a su territorio y recién poder solicitar la visa australiana, el paso por México sería solo un asunto de trámite, el tiempo empezaba a correr, pero eso no me amedrentaba, al final de la travesía pude entender que si lo logré en esa situación lo podría lograr en cualquier otra.
La embajada mexicana está apenas a 100 metros al oeste de la Casa Amarilla la cual es sede del Ministerio de Relaciones Exteriores costarricense, una área poblada de residencias en el Barrio Otoya, otrora residencia de la clase dominante costarricense y de estilo neoclásico, barrio conservador, al lado de la calle vi varios solicitantes de visa esperando que se dignaran atenderlos, hice algunas preguntas entre ellos y esperé mi turno, me entrevistó un empleado que no demoró ni siquiera 1 minuto en darme la primera mala noticia: Tu solicitud va a demorar un mes por lo menos, no eres ciudadano costarricense y no aplicas para emitir una visa rápida al no estar claro tu estatus migratorio.
-Quien quiere ir a México! rumiaba yo en mi frustración.
No podía creerlo, al no saber mucho sobre el barco al cual supuestamente iba a embarcarme, los peores escenarios cruzaron por mi mente. No me esperarán tanto tiempo, el barco saldrá pronto a viaje, ¡la oportunidad se me escapa!
Decidí no perder más tiempo, fui a COPA en plena Av. Central.
-Buenos día por favor necesito endosar mi boleto para poder viajar a Panamá! Encontré un conocido de San Ramón quien trabajaba en la agencia, a quien rogué que me ayudara.
-¡Si claro, con mucho gusto! me respondió, miro el boleto de PanAm, tengo que enviarlo vía Fax y que de Miami me autoricen, ya casi cerramos en una hora, es sábado, regresa en un rato. Me fui a dar una vuelta y cuando regresé nada había pasado, sin respuesta tuve que tomar el bus de regreso a San Ramón, tendría que volver hasta el lunes, nunca me había resultado tan complicado esto de viajar a embarcarme, se estaba tornando en algo muy tedioso y cansino.
Lunes por la mañana, atravesé el parque de la ciudad en dirección a la parada de buses municipal, frente al mercado, este ha sido siempre el centro neurálgico de este pujante cantón de Occidente, una mezcla de comerciantes, jóvenes universitarios (existe la Sede de Occidente, campus de la Universidad de Costa Rica), campesinos en sus Land Rover o Toyotas Land Cruisers, prósperos cafetaleros, empleados públicos, escolares, la parada bullía y yo debía abordar para sufrir el martirio de viajar a “Chepe” en los buses de don Beto Mora, al final el paisaje me distrajo y en una hora ya estaba en San José.
Llegué en un santiamén a COPA, no obstante, nadie daba razón de la autorización, entré en pánico, el pesimismo se abatió sobre mí. No puede ser me dije a mi mismo, tanto nadar para ahogarme en la playa, busqué un teléfono y llamé a la agencia en Panamá, la agencia Ycaza era una de las más renombradas en Panamá en el manejo de los barcos atuneros además de PANACO, pero la primera era la preferida de los armadores, por el manejo y trato un poco más carismático.
-Aló, aló buenos días, si, ¿diga… quien habla?, hola soy Morello le hablo desde Costa Rica, soy el tripulante que supuestamente debo embarcarme en el Eastern Pacific con Seselja, pero me hicieron un enredijo con los boletos aéreos, no sé qué hacer y en teoría debo tomar un vuelo a la 1 pm y unirme al grupo de compañeros rumbo a México, del otro lado del auricular mi interlocutora era Lourdes Ycaza, quien enterada de la situación real tomó control de la situación.
-Escúcheme atentamente señor Morello, haga lo siguiente: compre con su dinero un boleto a Panamá venga y traiga todos los boletos que tenga además de sus documentos, nosotros nos encargaremos de resolver su situación.
La decisión estaba tomada pero no contaba con mucho tiempo, apresuré el paso hasta el Edificio Numar en la Av. 5 donde se encontraba entonces las oficinas de LACSA, el día estaba soleado pero la ventisca era fría, me acerqué a un mostrador y le expuse mi caso a una asistente, el costo del boleto era de $100 dólares, me parece bien dije como si tuviera otra opción, que sea abierto por favor y de una vez hágame una reserva para el vuelo de la 1pm. a Panamá, por mi parte y por precaución hice una reserva para el vuelo en TACA de las 5 pm , mi esposa entonces esperaba por mí en el aeropuerto Juan Santa María con todo mi equipaje, mientras yo libre de bultos corría en forma casi histérica en busca de solucionar mi problema, el dinero escaseaba, cuando llamé al aeropuerto para hacer mi reserva el asistente del mostrador me dice, te recuerdo que ya no se puede ingresar a Panamá con tarjeta de turismo eso ya cambió, ahora se necesita visa….…..Noooo!
Estaba llegando al límite, no tenía dinero y era de vida o muerte (¿no era de muerte, pero hay que hacer algo de melodrama no?) era necesario que yo tomara ese avión, así que llamé a una buena amiga peruana en San José, en realidad era más amiga de mi madre, pero yo había trabajado con su marido el argentino Aldo Ghionne en la misma empresa, cuando él fue jefe de máquinas del Kapishe y yo trabajaba en el Pawn Pawn justamente con Seselja.
-Aló, si, Chabuca, si soy Calidro, te ruego que me hagas un favor, si realmente no fuera tan urgente créeme que no te llamaría, le explique de manera rápida la situación, lo más seguro que haya detectado mi angustia y aprehensión en mi voz, pues no dudó ni un instante.
-Ok! me dijo, pero tienes que venir por el dinero, así que tomé un taxi y fui como un rayo a Pavas a unos 17 km. recogí los $ 100.00, me esperaba en la puerta de la casa y los tomé rápidamente, esos dólares eran como un tronco al cual aferrarme, por el momento con eso me salvaba.
Salí a la vía principal agitando los brazos…Taxiii, Taxiii, se detuvo uno y lo abordé.
– ¡Por favor llévame al consulado panameño en Los Yoses, rápido !, el conductor notó la premura y sensación de angustia en mi rostro (¿tendría acaso cara desencajada y de psicópata?) y apretó el acelerador, no había transcurrido siquiera dos minutos, casi frente a la Embajada norteamericana cuando el vehículo bajó la marcha y se detuvo!…
– ¿Qué pasó? Una llanta ponchada amigo… no lo podía creer, lo siento le dije y me bajé del taxi, no me llevó a mi destino no hubo paga, el pareció entenderlo así, desembarqué del vehículo en plena Avenida y tomo otro taxi casi de manera instantánea.
-Rápido! al consulado panameño por favor!, atravesamos de este a oeste la ciudad, pero esta vez llegué a mi destino sin inconvenientes, a minutos de cerrar, creo que mi rostro denotaba un momento difícil, lo tenía así desde que empezó toda esta aventura, así que el agente consular me observó e intento calmarme.
– No se preocupe Sr. Morello! me dijo lo vamos a ayudar, al cabo de breves pero interminables minutos para mi finalmente emitió la visa y me deseo suerte, ahora si otro taxi hasta Alajuela, al aeropuerto, debo llegar me decía a mí mismo quería tomar el puesto del taxista y acelerar la marcha, parecía que hasta el tráfico se confabulaba contra uno, la impaciencia iba en aumento pero finalmente en la distancia se recortó la silueta del viejo aeropuerto, al llegar a la zona de embarque mi esposa me esperaba con el equipaje, apura! Me animó, corrí al mostrador, pero fue inútil.
-Lo siento caballero me dijo el asistente de LACSA, el vuelo ya se cerró.
-Por favor! le supliqué, aún hay tiempo!
-Lo lamento, pero es imposible y dejó de prestarme atención.
Mi cabeza estaba a punto de estallar, tienes el rostro rojo y te notas agitado señaló mi esposa, lo sentía, lo notaba, busqué un tópico, un puesto de auxilio, me señalaron una pequeña habitación, a cargo estaba una señora de unos 50 años, con uniforme, con rostro suplicante le pedí:
– ¿Por favor tiene algo para la presión que pueda tomar? Siento que esta se encuentra muy alta y a la vez me siento muy agitado.
Miró en unos estantes casi vacíos, y casi con un poco de vergüenza me dijo:
– ¡Qué pena señor, no tengo nada! Pero le recomiendo que tome un vaso de agua azucarada…le hará muy bien, créame, hágame caso, insistía de buena fe la señora, no podía creer que no tuviera algún medicamento, pero acepté el vaso que me ofreció al no tener alternativa, no me quedaba más que confiar, me senté por un momento, bebí el jarabe casero y esperé que surtiera algún efecto, lo cual fue así.
-Tranquilo decía esto le va a ayudar-, al cabo de unos minutos recobré la normalidad.
-Gracias, de verdad le agradezco, ¡esa agua azucarada es milagrosa!, la doña sonreía.
-Se lo dije, que lo iba a estabilizar, tiene que confiar mi chiquito. Muy tica su manera de dar ánimo
-¡Gracias, muchas gracias! Al cabo de unos minutos me despedí pero recordé que aún me quedaba el otro vuelo reservado, yo había hecho una reserva en horas previas para el vuelo de las 5 pm en TACA, me encaminé al mostrador, era el primero, una vez abierto el chequeo de boletos todo sucedió sin inconvenientes, esta vez tras la rutina de confirmación y equipajes la hora llegó y tomé el vuelo con absoluta normalidad, las cosas al final se iban normalizando, o eso era lo que yo creía, los sobresaltos no se acabarían aún, mientras tanto mis otros dos compañeros ya descansaban en un hotel en el Distrito Federal.
Tras 55 minutos de vuelo iniciamos el descenso al aeropuerto de Tocumen, el más moderno de toda el área centroamericana, pasé migraciones y aduana, mi cuñado y hermana esperaban por mí, después de los saludos familiares nos dirigimos a su casa de habitación, intercambiando los pormenores del viaje y sus dificultades.
Javier intercedió sus buenos oficios y como excapitán tenía una buena relación con Ycaza y todo el personal de la agencia, lo escuchaba conversar por teléfono, al final de la conversación me puso al tanto de lo que iba a acontecer.
– Iremos mañana temprano con tu pasaporte, la agencia se encargará de gestionar tu visa y veremos lo de los boletos, ahora ve y descansa. La humedad y el calor en Panamá eran agobiantes, un día más y seguíamos, había esperanza.
La agencia de Ycaza se encontraba en lo que es la Av. De los Mártires en lo que fuera el límite entre el casco de la ciudad y lo que se conocía como la “Zona” americana la cual dejo de existir en 1977, no era un área muy atractiva del lado panameño, pero estaba enclavada relativamente entre la ciudad y la vía hacía el puerto, el inmueble parecía una casa estilo urbano californiano de los 50, tenía un amplio espacio de parqueo y afuera merodeaban pescadores en busca de información o al acecho de un embarque.
Tamy o algo así era el nombre del responsable de las visas y tramites, trabajaba para Ycaza y era el que se encargaría de conseguir todo lo necesario para que yo viajara, muy conocido entre los pescadores, era el hombre orquesta y se sabía el teje y maneje del movimiento en los barcos, suministré mi pasaporte y boletos a Lourdes hija de Ycaza , mientras Javier conversaba con Lenny el propietario, luego por la tarde regresé por la visa y los boletos, el DF me esperaba!
Era miércoles y ya habían transcurrido 48 horas desde mi fallido embarque en San José, esta vez me sentía un poco más seguro, tomaba otro vuelo ahora rumbo al norte, haría escala en San José, luego en El Salvador y finalmente en el Distrito Federal, el vuelo transcurrió con normalidad, un café, un refresco, un snack de maní…ah el snack, lo guardaré para después, lo que me hubiera podido costar el guardar inadvertidamente la bolsita de marras, cuan poco de valor puede poner en peligro todo un esfuerzo!
Pasé migraciones de México y tomé un taxi directo a un hotel del cual no recuerdo el nombre, ya estaba todo planificado, yo solo seguía indicaciones como autómata, no terminaba de cruzar el umbral del hotel y registrándome cuando Andy Mike me llamó una vez más para darme diversas instrucciones, después de dejar el equipaje tenía que dirigirme a un grupo de edificios donde estaba localizado el consulado australiano, nombre que tampoco recuerdo, sí sé que era un conglomerado de edificios , no sé si era Torre Polanco o algo así, tomé un taxi de los que se aparcan en las afueras del hotel, el conductor me acompañaría en lo que restaba del día, subí a la oficina consular, presenté mi pasaporte a través de una ventanilla, la encargada consular me preguntó por el número de días que iba a durar mi estadía en Australia…??? no tenía ni idea, yo pensaba que no sería por mucho pues en mi escaso conocimiento de la situación real yo pensaba que era llegar, embarcarme y salir a pescar, me dijo, faltan fotos tipo pasaporte y cerramos a la 1 pm, otra cosa más me señaló con voz autoritaria:
-Dile a tu jefe que me llame y me diga por cuanto tiempo va a ser tu estadía en Australia, si falla en hacerlo, créeme que puedo cancelar tu visa, aunque vayas volando, te lo advierto!
-Ok, si se lo haré saber, si, si, ¡OK! espéreme por favor conseguiré las fotos tipo pasaporte a toda costa, bajé el edificio, pregunté a un particular.
– ¿Donde me puedo tomar fotos?, alguien me sugirió una tienda de Sears, cooorrreee!! por calles desconocidas, como a 4 cuadras encontramos el lugar, la altura de Ciudad de México me hacía jadear por el oxígeno enrarecido, el taxista corría a mi lado, regresamos apenas a tiempo, una secretaria con una enorme dosis de empatía me esperaba con el pasaporte y la visa estampada, ahora si de vuelta al taxi y al hotel, subí a la habitación, el teléfono timbró casi en el instante que cruzaba el umbral del cuarto.
-Bueno?, si, si un momento por favor.
– Señor Morello tiene una llamada de USA, Ok, si gracias pásame por favor!
-Hola Calidro, soy Andy Mike otra vez, tienes que tomar ese avión, tú tienes que abordar ese vuelo lo entiendes?
-¡Si, si lo entiendo! tienes que tomar ese vuelo cueste lo que cueste ok? Si Ok entendido.
-Andy? Por favor llama al consulado porque si no lo haces me cancelan la visa, Ok, ¡Ok no te preocupes!
¡Al final de la breve conversación solo tomé mi equipaje y salí raudo y directo al aeropuerto, eran casi las dos de la tarde, más rápido, acelera! debía tomar un vuelo en AeroMexico desde DF a Puerto Vallarta con destino final Los Ángeles, de verdad el taxista hizo lo mejor que pudo y para mi fortuna llegó a tiempo para poder situarme frente al mostrador de AeroMexico.
-Gracias!, ¡gracias!, todo me costó $40.00 el peso mexicano estaba bastante devaluado entonces y era una buena suma para él. ¡Gracias y nos despedimos!
– ¡Buenas tardes! me saludó el agente de la aerolínea, su boleto y pasaporte por favor, si claro contesté con un poco más de tranquilidad.
-Caballero veo que usted no tiene visa! Si, lo sé, respondí, pero yo voy a viajar con TWOV (transito sin visa) respondí rápidamente…mmm déjeme consultar parecía decir entre dientes el agente, si su tránsito sobrepasa las 8 horas mmm no aplica, muéstreme su boleto a Australia, ok mmm revisaba la pantalla del ordenador me estaba volviendo a poner nervioso otra vez, la espera se hizo más larga de lo normal…un momento por favor, ..hay algún problema?
-Tenga paciencia señor!
Al cabo de unos interminables minutos , engrapó una tarjeta azul al boleto, hizo unas marcas y me indicó las puertas de abordaje, un suspiro de alivio y de inmediato me dirigí a la puerta de abordaje, el agente en el mostrador de embarque se quedó con mi pasaporte, los que viajaban de esa forma rendían su pasaporte a el cual quedaba en custodia de la tripulación de la aeronave y era entregado a un vigilante en aeropuerto norteamericano, la siguiente escala fue en Puerto Vallarta allí subieron una treintena de gringos en traje de baño y con las sandalias en la mano, parecía que regresaban de unos días de playa, sin mucho protocolo y creo que hasta con arena en el cuerpo, después de 3 horas aterrizábamos en Los Ángeles, ya era miércoles por la tarde, había sido un día muy largo pero eso aun no terminaba, lo mejor aún estaba por venir.
Fuera de la cabina del avión en plena manga de embarque me esperaba un agente privado encargado de los viajeros con TWOV, vestía un traje similar al de un policía, pero era todo color café, era evidente su origen latino, por su español y por su fisonomía.
-Acompáñeme por favor! Cargaba en mi hombro un pequeño bolso blanco de una marca deportiva, pasamos migración siempre con la custodia del agente, eran tiempos previos al 9/11 los controles aun no eran extremadamente rígidos, después de migración fuimos al mostrador de United, mi vuelo era en esa aerolínea posteriormente me escoltó hacía un salón de espera de los viajeros en la modalidad TWOV , mientras caminábamos veo un gringo de cabello ensortijado y cara de buena gente de unos 40 años que detrás de las cintas que separan a los visitantes de los pasajeros de tránsito trataba de deducir si era yo realmente quien iba acompañado por el oficial de seguridad, me miró a los ojos y dirigiéndose a mí se animó a preguntar:
– ¿Eres tú Calilo?
– ¡Hola, soy Andy Mike y te vienes conmigo! Mientras estrechaba mi mano, tu vienes conmigo, Pepe y el Chino van a abordar un vuelo en Qantas y tú te vas a ir con ellos, el agente le explicó que era imposible porque yo ya había chequeado mi vuelo y no podía dar marcha atrás, eso como que lo contrarió un poco, pero con resignación dijo:
-Ok, Ok toma este repuesto, se lo entregas a Seselja, y me alcanzó una caja de cartón pequeña pero pesada, está bien, no te preocupes, nos vemos en Australia en dos semanas, Good luck! Dio media vuelta y desapareció entre la muchedumbre.
El 747 -400 de United se veía inmenso!, era el avión más grande que yo hubiera abordado, de hecho, nunca me había subido en un Jumbo, ubiqué mi número de asiento y este estaba en la sección de ejecutivos, revisé nuevamente el número, era el correcto, pero ¿Cómo sucedió? Entendí entonces la pequeña molestia de Andy Mike, creo que el usó el boleto para que yo pudiera ingresar a USA y pretendía pasarme a un vuelo en sección económica en Qantas, al final sin saberlo me había tocado una sección que quizás no estaba destinada para mí, pero después de esta pequeña odisea porque no aceptar que el destino me estaba premiando con un pequeño regalo, la sobrecargo me alcanzó un pequeño “vanity bag” es el nombre en inglés que le dan a los bolsos con utensilios y en este había tapones para los oídos, calcetas para caminar por el avión, mascara para dormir, isopos, jabón líquido y demás… que pituco!
Hermosos asientos de cuero negro, me tocó viajar en una fila de 4 y sin acompañante, todos los asientos para mí, serían 15 horas sin escala. ¡Lo bueno empezaba!
Al cabo de un buen rato, la sobrecargo me alcanzó un menú impreso muy elegante, pedí “Filet Mignon” con puré de papás y guarnición de espárragos, todo adornado con una bella orquídea, el vino era servido con generosidad, al narrar esto recuerdo lo que le pasó a mi compadre Dimas que se unió a la tripulación posteriormente y que durante su viaje quedó sorprendido por que le sirvieron un menú parecido con una bella orquídea de adorno, terminó con toda su cena pero no sabía qué hacer con la bella flor.
¿Me la tendré que comer? ¡Entonces miro a su derecha e izquierda, al percatarse que no era observado se la tragó de un solo bocado! ¡Asunto resuelto!
Todo un personaje mi compadre Dimas Saravia, cataquense de nacimiento y paiteño por adopción
El vuelo pasó entre películas, largos ratos de sueño, y cambios de posición en los asientos creo que miré unas cuatro en todo el trayecto, el viaje fue interminable, podía observar a mi alrededor anglosajones usando spray para combatir la sequedad de las fosas nasales propia de estos vuelos largos, había salido de Los Ángeles un miércoles por la noche y mi destino final estaba 15 horas adelante, cuando aterricé en Sydney ya era viernes por la mañana, parece que viajé en el tiempo!
El 747 de United carreteaba lentamente en la pista del aeropuerto de Sydney, yo intentaba observar con detenimiento cualquier detalle, ¿Qué llamó mi atención?
Todos usaban lentes oscuros y pantalones cortos, botas de seguridad y algunos, medias hasta las rodillas.
G-day Sydney! (Buenos días Sydney)
El agente de migración parecía de mal humor, definitivamente no parecía tener un buen día.
– ¿Cuál es el motivo de su viaje a Australia? Mm voy a embarcarme en un atunero.
-Cual es la ubicación de la embarcación?…
-En Fremantle
– ¿Ya firmó la declaración aduanal?
-Si, ya lo hice.
-Permítame su equipaje, el bolso también, mmm.
¿Qué es esto?
-Una bolsita de maní, recién atiné sobre el “snack” en un empaque de papel plástico metalizado que había guardado en el vuelo de TACA a Ciudad de México, que despreocupadamente había olvidado en uno de los bolsillos del bolso deportivo…. ¡Maldije calladito por mi descuido, era obvio que no hubo mala intención!
-Se lo advertí, usted no puede ingresar ningún tipo de alimentos a territorio australiano, mientras se esmeraba en mostrar su peor cara de cabrón mala gente.
– Aahhh? Ejem, la verdad no ha sido intencional, estoy viajando desde hace 4 días y se me puede haber pasado entre cambios de vuelo, Sorry! ¡Y puse mi mejor cara de cojudo!
– ¿Sabes que puedo anular tu visa ahora mismo por este snack?
-Si lo se oficial, solo quiero que comprenda que no hay lógica en que uno pueda poner en peligro toda una travesía solo por una sobre olvidado de maní, me miró como quien tiene a su presa a su merced, se notaba esa actitud de quien tiene el poder de decidir tu destino, si quiso amedrentarme, lo logró, si logró refregarme en la cara su posición, luego de zarandearme psicológicamente mostró su lado misericordioso, su arrogante benevolencia.
-Ok puedes continuar, ¡Pero que sea la última vez, no toleraré otro incidente como este! Como si yo viajara por ese aeropuerto cada día.
– ¡Thank you so much! Sin embargo, pensé para mis adentros:
! ¡Idiota! Avancé alejándome de la amenaza, recogí mi equipaje y salí al exterior.
¡Australia! Por fin estoy en “Down Under“, ahora debía pasar al aeropuerto de vuelos domésticos, afuera había una hilera de taxis y al lado unas 5 jóvenes y hermosas rubias con una banda con el nombre de la empresa, cual reinas de belleza invitándome a tomar el servicio de taxi, en otras palabras, eran unas modernas y atractivas “jaladoras”, decliné con una sonrisa sin dejar de admirar la belleza, con un servicio así en Costa Rica, todos querrían usar ese servicio pensé.
Debía encontrar la forma de para pasar al aeropuerto doméstico , le pregunté sobre el “shuttle” a un muchacho que se encontraba dentro de una cabina de información, el bus llegó al cabo de unos minutos, todo parecía extraño en el transporte, el conductor a la derecha y la puerta de acceso por la izquierda solo tuve que pagar 25 céntimos y al cabo de escasos 5 minutos ya estaba en el otro terminal, busqué de una vez el mostrador de Ansett, aerolínea de vuelos domésticos que dejó de operar en el año 2002, confirmé mi boleto y al cabo de una hora me encontraba volando rumbo a Perth, Western Australia, con una parada previa en Melbourne, todo el trayecto tomó aproximadamente 5 horas, recuerdo que al sobrevolar Perth no podía observar el mar, ¿Yo iba a embarcarme no? ¿Dónde estaba el mar?
Mientras sobrevolábamos el aeropuerto de Perth me sentí como un primerizo al preguntarle a un sobrecargo:
– ¿Es esta la última parada? ¿Sería que me subí en el avión equivocado?
Era un vuelo interno y el desembarque fue más ligero, salí a la zona de llegada, esperaba encontrarme con algún agente o un tripulante amigo y un cartelito que mostrara mi nombre algo como: Mr. Morello y el nombre del Eastern Pacific, pero no había nadie, ni una cara conocida, poco a poco la multitud se dispersó y me quedé solo….
-Houston, tenemos un problema!
Cambié algo de dólares americanos por dólares australianos y salí a la calle, fuera una hilera de taxis, me dirigí al primero y entre señas y mi básico inglés de entonces medio le expliqué que necesitaba incorporarme a una embarcación, pero no sabía dónde empezar, levanto las cejas me observó con desdén, gruñó algo y siguió leyendo su diario, mi inglés no le gustó me dije y salte al siguiente, repetí la misma explicación y esta vez encontré una persona más receptiva.
-Debe ser Fremantle, el puerto.
– ¿Cuánto me cobra a Fremantle?
-Unos $ 40.00
– ¡Está bien, vamos!
La distancia puede haber sido de unos 30 km, durante el viaje observaba la arquitectura, la limpieza y al ir sentado a la izquierda me imaginaba ser el conductor, finalmente llegamos al área del puerto, el taxi se estacionó al lado de lo que parecía una torre de control, como la de un aeropuerto pero que dominaba toda la zona de los muelles y el tráfico portuario, habló por un intercomunicador y bajo un funcionario regordete, el taxista dio las explicaciones del caso, mientras que el funcionario parecía asentir.
-Por favor ¿Puede repetirme el nombre del barco?
-Eastern Pacific! repetí, esta vez el gordito meneo la cabeza negativamente…
-Lo siento, no hay ninguna embarcación registrada con ese nombre, por lo menos aquí en el área del puerto.
-Ahora si estoy literalmente perdido! ¿Qué diablos voy a hacer?
El rechoncho funcionario le sugirió al taxista que quizás estuviera en otro lado.
-Busca en Jervoise Bay!
¿Qué hacemos? me preguntó el taxista como si yo tuviera la respuesta o como pidiendo instrucciones, me acordé de un dicho tico: “Si lo hiciste negro hazlo trompudo” Ni modo no tenía nada que perder…
– Vamos! Le dije, el lugar estaba a unos 10 kilómetros del puerto, mientras avanzábamos observé al lado de la carretera inmensos corrales de ovejas, era notorio por el fuerte olor a orines muy característico en los corralones de este tipo de ganado, desde Fremantle se envían miles de cabezas al Oriente Medio donde es muy apetecido y es parte de la dieta de las naciones árabes. De pronto logré observar a lo lejos y recortado contra el horizonte la típica silueta de una cofa, la esperanza volvió al cuerpo, conté dos cofas, estas se iban haciendo cada vez más grandes, me iba acercando a territorio familiar para mí, llegamos a la puerta de ingreso del astillero donde se veía un barco de reciente botadura y en proceso de pintado.
G day mate! Is this Eastern Pacific ship?
No, es el otro le indicó el guarda, miré hacía el otro lado y lo pude ver, Eastern Pacific una vieja señora con una cofa que desentonaba con el estilo del barco, pero no era momento para analizar la estética del barco en cuestión, lo encontré por fin, ingresamos a los predios del astillero por un camino estrecho que nos llevó al pequeño muelle, al lado se podía ver un casco invertido de un catamarán de aluminio donde trabajaban varios soldadores y acoderado al pequeño muelle destacaba la popa del Eastern , la cubierta principal llena de andamios, piezas de madera y tubería, caos absoluto propio de trabajos de reparación en un astillero, por la cubierta una silueta inconfundible se movía acarreando desechos hacía la popa.
-Rudy! Lo llamé de un solo grito, levantó la mirada como quien otea el horizonte y no reconoce a quien lo llama y solo después de unos segundos de duda o miopía se percató realmente de quien era yo.
– ¿Oye pero que haces tu aquí?, no entiendo, ¡pucha! tu supuestamente llegabas con Pepe y el Chino Borracho, pero a ver, no entiendo.
– ¿Tu has llegado solo? En efecto así ha sido, respondí, ¡solo pues hueveras! Jajajaja y nos dimos un abrazo, paiteño como yo, Esteban Castillo, había trabajado con mi padre en Les Batignoles en los trabajos de dragado del Callao allá por 1965 y yo trabajé con él y su hermano Abdón pescando en el Aleta Azul en 1983-1984.
-Espera un momento- bajó a la cubierta inferior y regresó con Seselja, quien también miraba con un gesto de asombro, me dio la mano saludándome y me preguntó:
– ¿Ya pagaste el taxi? –
– No!, respondí, entonces sacó de su bolsillo unos dólares australianos y pidió un recibo al taxista al pagarle.
-Vamos, vamos dijo Bozidar-
Yo ya había tenido oportunidad de trabajar con Seselja en 1977 en el White Star, un barco de 1,000 TM de Nick Trutanich y en el Pawn Pawn en Costa Rica, ya nos conocíamos de la pesca, pero también éramos conocidos de manera personal desde Panamá
Esquivamos los materiales dispersos sobre la cubierta y bajamos a la cubierta baja, Eastern Pacific era un barco construido en 1964 en los astilleros Martinac en Tacoma, estado de Washington a diferencia de los barcos más modernos, mantenía su cocina y comedor en la cubierta inferior.
Definitivamente era un viejo lobo de mar.
Ingresamos al comedor que compartía el mismo espacio que la cocina, como se estila en los atuneros, creo recordar a Lazzo de nacionalidad serbia que era el ingeniero de máquinas, un experimentado hombre de tuercas que dominaba básicamente el español, Neville Beavers, un británico narigón ojos claros, hombre de confianza de Theo Kailis el hombre fuerte de la empresa Kailis & France que era una de las partes en el “joint venture” con Trident Food , Rusell un espigado y tranquilo australiano a cargo de las labores de reparación de la embarcación, el mismo Seselja y Marin un joven asistente de máquinas croata, todos ellos sentados alrededor de las mesas rectangulares del entonces nada prolijo comedor.

Neville the Devil (Neville el Diablo) el apodo que le pusieron sus compañeros capitanes de arrastreros de Inglaterra, caminaba en el pequeño espacio de lado a lado iba y volvía sin cesar, parecía balbucear, preguntando qué estaba pasando y le pidió a Lazzo hacer de interprete.
-A ver dice Lazzo, en un español no muy florido pero comprensible y dirigiéndose a mí, el no termina de comprender por qué tu estas aquí y los otros tres tripulantes aun no llegan, les describí a grandes rasgos lo que he podido narrar hasta este momento en este relato, Seselja, Neville Beavers escuchaban con detenimiento mientras uno movía la cabeza como un muñeco porfiado de uno a otro lado como intentando entender, me miraba y medio sonreía y murmuraba: Unbelievable! Y el otro soltaba un improperio en croata: Jebem ti Boga! por lo inverosímil de la historia.
Al cabo de un buen rato y las explicaciones del caso, di un recorrido por el vetusto “Eastern”, al terminar el día de trabajo embarcamos en un Holden sedán de segunda mano y que conducía Marin, Neville nos dio indicaciones para que yo me registrara en el “Stella Maris Seafarers Club” de Fremantle, en 16 Queen Victoria St. un hospedaje para marinos regentado por la iglesia católica del lugar, en el “Flying Angel” otro hospedaje para marinos los anglicanos tenían la contraparte.
El local era acogedor con actividad variopinta, marinos haciendo llamadas, enviando cartas, empleados, particulares en una actividad privada en el salón principal, al ingresar a mano derecha había una pequeña tienda donde se expendía tarjetas postales, estampillas, literatura, diarios, souvenirs además de facilidades para realizar llamadas telefónicas a larga distancia, en resumen todo lo que un marino de paso puede necesitar para mantenerse en contacto con los suyos, también tenía una pequeña capilla donde se realizaban cultos todos los domingos, un salón de billar, un pequeño restaurante y un bar que abría los fines de semana, todo bajo la estricta mirada del administrador.
Una habitación doble sobria, muy limpia, una mesita utilitaria con un calentador de agua, utensilios, bolsitas de té, tazas etc. Acomodé mi equipaje y me dispuse a descansar, Rudy estaba hospedado con Marin, ya por la noche me invitó a acompañarle al aeropuerto de Perth a recoger a Pepe y el Chino que llegaban más tarde, pero rehusé debido al cansancio y la larga travesía, cuando llegaron los otros dos compañeros nos dieron detalles del porqué de su llegada tardía, una escala en Fiji y una demora en la conexión de Sydney a Perth, al fin culminaba una semana agotadora colmada de carreras, embarques, aviones, nuevas personas y un trabajo al final del camino.
Un inicio que dio pie a 7 años continuos de trabajo entre el Océano Indico y la remota Micronesia, debemos siempre considerar que no siempre el que sale primero llega antes a la meta, o se podría aplicar también lo de: No es como empieza sino como termina.
Tras todo lo transcurrido entendemos que la vida es una vorágine de diversos tipos de vivencias e interacciones, unas con largos intervalos, otras se presentan como un torrente sin freno, no nos desanimemos por los obstáculos, al contrario, tratemos de aprender de estos, lo vivido pasa a engrosar nuestra experiencia y alimentar ese caudal intangible que le pertenece a cada uno y que es nuestro tesoro particular.
Bonus Track:
